Comer demasiado deprisa no resulta saludable. Si nos dedicamos a engullir sin masticar lo suficiente por un lado dificultaremos el proceso de digestión y por otro resulta curioso que seguramente acabaremos comiendo más cantidad o quedándonos con la desagradable sensación de “todavía tengo hambre”. La causa es muy sencilla, des de que empezamos a comer el "centro de la saciedad" ubicado en el hipotálamo necesita un tiempo, aproximadamente media hora, para emitir a través de hormonas la señal de plenitud.
Resulta difícil mentalizarse, más aún cuando nos rugen las tripas. Un truco que a mí me funciona, COMER CON PALILLOS.
Aprende a comer con ellos, y si no eres muy mañoso, mejor, ¡objetivo cumplido!.