Hola,
Esta mañana le he preguntado a mi marido: "¿no te preocupa que no haya nada para comer? -No." Me ha respondido de forma concisa. A mi tampoco. A él por despreocupación y a mí porque con pasta en casa y verdura y poco más, comida solucionada en 10 minutos.
Por un lado hago la pasta (espirales pasta integral de espelta) y por otro un wok de zanahoria, calabacín y parte verde puerro más un poco de merluza cocinada que tenía en la nevera, aderezo gomasio y levadura nutricional y listo (la foto chula es de una ensalada de verano).
La cuestión es que la pasta es mi opción no planificada, la de solución rápida y eficiente. Eso sí, integral.
Una vez más voy a reivindicar algo de cajón.
Ojalá el consumo de lo integral fuera lo normal y de lo refinado como especial.
Que lo integral "es mejor" está por encima de lo macrobiótico o de cualquier tipo de alimentación de orientación saludable. Que un cereal con su cáscara y su germen nos aporta fibra y más nutrientes es lógico y sobradamente avalado por la ciencia. En estudios de dietética se repite una y otra vez pero al final es como si no fuera con nadie (cosas de la teoría pero no de la práctica). A nivel más avanzado está el tema de que el grano integral además nos aporta vitalidad "especial" pero ya no pretendo llegar más allá.
Os explico, el otro día, en la tienda ecológica, un hombre que quería hacer pan, preguntaba por harina de espelta que fuera refinada. Al oírlo me saltaron las alarmas. Me sonó fatal.
Pero lo peor, en este aspecto, que me he encontrado, fue en un showcooking macrobiótico que mostraban como hacer sushis con arroz blanco "porque es festivo". Entonces ¿qué? Todo el día diciendo de comer integral pero llega el domingo y me doy un homenaje con refinado, menudo mensaje.
Yo como integral porque me gusta de verdad. No significa que en circunstancias determinadas coma refinado porque es lo que hay pero de ahí a comprar para cocinar con blanco o refinado, nunca. ¿Para qué? Lo blanco o refinado es para mí, uno de los grandes engaños para la humanidad. Vender con tanto éxito algo "empobrecido" a base de hidratos vacíos y poco más como lo fino, lo gustoso y lo de disfrutar, me parece increíble.
En los supermercados, en todos sitios, cada vez hay más integral pero debería ser algo normalizado en colegios, restaurantes... y en todas partes. Pero bueno, "es lo que hay". Yo me siento tremendamente afortunada de que mi padre nos diera la oportunidad de comer integral a toda la familia hace más de 25 años. Lo mejor es que ahora es más fácil pasarse a Integral y los productos son más accesibles día a día.
Lo curioso del tema es ver cómo unos se apuntan y otros no. ¿ Te subes al tren?
Por un mundo más integral.
Raquel Magem
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