Tengo que reconocer que me paladar es muy sufrido, se puede decir prácticamente aquello de que todo me gusta. No todo el mundo es igual, pero hay cosas que realmente me sorprenden. Por ejemplo, personas que rechazan alimentos con texturas suaves, otros los alimentos con formas largas, otra que la forma del arroz le produce arcadas…
Sin embargo me encontré el otro día con todo lo contrario. Una chica que desayuna los copos de avena cocidos con agua, y punto, ¡y le gustan!. Además de enriquecer nutricionalmente el plato considero esencial para el paladar los aderezos de canela, piel de limón, el dulzor de unas pasas o la melosidad de la leche vegetal. Pero bueno, no digo nada, si en fondo lo principal son los copos y le gusta…
Hablando de paladar quisiera hacer una reflexión. No os podéis imaginar hasta que punto se puede cambiar. Si crees que algo es “bueno” para ti, y no te gusta a la primera, dale una oportunidad, es muy posible que te acabe convenciendo. Sobre el tema del dulzor, el éxito está asegurado, disminuye progresivamente la cantidad de azúcares y cuando menos te los esperes, te resultará incluso desagradable cierto nivel de dulzor. Es cuestión de ponerse.
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