Que alegría ayer cuando me encontré con una de mis queridas “alumnas” después de tres semanas de vacaciones. No solo se había desecho del cansancio y del estrés si no también de “algo de peso”. La vi morenita, guapa y más esterilizada, estaba radiante. Pero lo que realmente me sorprendió es que había conseguido que adquiera ese hábito tan simple como saludable, el de andar.
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